Los colores que elegimos al vestir no solo apariencia, sino que también influyen en nuestro estado de ánimo y en cómo nos perciben los demás, incluidos pacientes.
La psicología del color sostiene que cada tono tiene un efecto específico en las emociones y sensaciones. Por ejemplo, los colores cálidos como el rojo, naranja o amarillo, suelen transmitir energía y dinamismo, mientras que los colores fríos como el azul o verde evocan calma y tranquilidad.
En el ámbito profesional, especialmente en entornos de salud, es fundamental seleccionar colores que promuevan la confianza y la serenidad. Usar tonos como el azul o el verde puede ayudar a generar un ambiente de paz y relajación, lo que beneficia a los pacientes al reducir el estrés y la ansiedad. Por otro lado, colores neutros como el blanco o gris transmiten profesionalismo y pulcritud.
Además, los colores que elegimos pueden influir en nuestro propio estado de ánimo, ayudándonos a sentirnos más seguros, optimistas o serenos. Por eso, es importante ser consciente de qué mensaje transmitimos y cómo nos sentimos con las tonalidades que elegimos al vestir, sobre todo en un entorno profesional.